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domingo, 3 de marzo de 2013

El largo viaje de Aníbal



El largo viaje de Aníbal.


El pequeño Aníbal estaba jugando junto a su padre, en Cartago, cuando llegó a palacio un mensajero procedente de una colonia cartaginesa. El hombre bajó de su caballo y puso la rodilla en tierra mientras decía:

-          Señor, vengo de laisla de Cerdeña. Los romanos han invadido nuestras tierras, han destruido nuestras ciudades y han incendiado nuestros campos. Muchas personas han muerto y otras están presas.

El padre de Aníbal se dejó caer sobre su trono completamente abatido. Al verlo así, el pequeño lo abrazó con fuerza y se echó a llorar. Entonces, su padre recuperó la calma y le dijo:

-          No llores, hijo. Los romanos no podrán con nosotros. Cartago volverá a ser un país fuerte y poderoso.

Pasaron los años y Aníbal creció recordando siempre las palabras de su padre. Un buen día, el joven, convertido en general, embarcó con un puñado de hombres y, desde las costas africana, llegó a la península ibérica, donde los cartagineses habían fundado varias ciudades.

Una vez allí, Anibal se dedicó a preparar un ejército que fuera capaz de enfrentarse al poder de Roma:  reclutó soldados, hizo fundir espadas y curtir pieles, mandó fabricar monturas para los caballo y cargar carros con provisiones… Finalmente, consiguió disponer de un poderoso ejército, formado por miles de soldados y un arma nueva: más de treinta elefantes africanos entrenados para el combate.

Cuando todo estuvo listo, Aníbal emprendió con su ejército un larguísimo viaje: cruzó la Península, atravesó los Pirineos, penetró en tierras francesas y llegó hasta la cordillera de los Alpes, dispuesto a entrar en Italia. Ante aquella impresionante barrera de montañas y bajo un frío insoportable, Aníbal les habó así a sus hombres:

-          Soldados, los romanos no esperan que crucemos estas montañas nevadas. ¡Los sorprenderemos y conseguiremos derrotarlos!

El gigantesco ejército cartaginés se puso en marcha. Muchos hombres murieron de frío y otros se despeñaron por los precipicios. Y también se perdieron algunos elefantes. Pero, finalmente, los cartagineses penetraron en Italia y continuaron su avance hasta llegar ante el enemigo.

Aníbal desplegó su ejército frente al os romanos, con sus elefantes en primera línea. Luego, ordenó atacar.

Los elefantes avanzaron y sembraron el terror entre las legiones de Roma. Y tras los elefantes se lanzó la caballería, que ya solo tuvo que perseguir a los soldados romanos que huían despavoridos.

Aníbal logró así derrotar a los desconcertados romanos. Más tarde consiguió otras victorias. Pero, al final, el poder de Roma se impuso y Aníbal, el genio de la guerra, fue derrotado.


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