En esta historia descubrimos a cuatro animales que viven en un pueblo de Alemania, que ante la decisión de sus dueños de sacrificarlos, ellos deciden escapar para seguir con vida.
Sus vidas se cruzan y deciden viajar juntos hasta la ciudad de Bremen, también en Alemania.
Si quieres ver que historias les ocurren en ese viaje, lee el cuento.
También os dejamos el mural que nos acompañó toda la semana en nuestro "Rincón de lectura"
Los músicos de Bremen
Había una vez un burro que trabajaba en una granja.
Cuando el burro se hizo viejo,
su amo decidió llevarlo al matadero. Pero el burro descubrió sus planes y
escapó de la granja.
-¡Qué injusticia! He gastado
toda mi vida y mis fuerzas al servicio del amo... ¡y mira cómo me lo agradece!
-murmuraba el burro.
Entonces, pensó ir a la ciudad
de Bremen para hacerse músico de la banda municipal.
Por el camino encontró a un
perro de caza y le preguntó:
-Amigo, ¿por qué corres con la
lengua fuera?
-Porque soy viejo y mi amo
quiere matarme...
El burro escuchó todas las
desgracias del perro y dijo:
-Compañero, vente conmigo a
Bremen y nos haremos músicos de la banda municipal. Yo tocaré la guitarra y tú
el tambor.
Al cabo de un rato, el burro y
el perro se encontraron con un gato.
-Compañero, ¿por qué estás
triste? -le preguntaron.
-Como ya soy viejo, mi ama
quería ahogarme. Por eso he escapado y ahora no sé cómo voy a ganarme la
vida...
-No te preocupes -le dijeron-;
tu historia es igual que la nuestra. Ven con nosotros, nos haremos músicos.
Un poco más adelante, el
burro, el perro y el gato oyeron a un gallo que cantaba, parecía que se iba a
romper la garganta.
El gallo les dijo:
-¡Qué injusticia! Toda la vida
he trabajado de despertador y mañana piensan echarme a la sopa... Ahora, canto
hasta desgañitarme mientras puedo.
Entonces, el burro le dijo:
-¿No tienes cerebro debajo de
esa cresta? Vente con nosotros a Bremen. Vamos a ser músicos de la banda
municipal.
Pero la ciudad de Bremen
estaba lejos y la noche se les echó encima a medio camino. Los cuatro músicos
decidieron pasar la noche junto a un árbol grueso.
El burro y el perro se
quedaron bajo el árbol, el gato trepó a una rama y el gallo se encaramó a la
rama más alta.
Desde aquella altura, el gallo
gritó:
-¡Se ve una luz a lo lejos...!
-Vamos allá, compañeros -dijo
el burro-; seguro que es mejor posada que ésta.
Cuando llegaron a la casa, el
burro se asomó a una ventana y dijo:
-Hay un grupo de bandidos
sentados a la mesa. Tienen preparada una cena fastuosa.
Los animales, después de
alguna discusión, prepararon un plan para echar a los bandidos.
El burro apoyó las patas
delanteras en la ventana; el perro se puso encima del burro; el gato se
encaramó sobre el perro y el gallo, sobre la cabeza del gato.
A una señal, todos comenzaron
su música: el burro rebuznaba, el perro ladraba, el gato maullaba y el gallo
cantaba. Y, a una señal, todos se echaron sobre la ventana. El cristal se
rompió en mil pedazos y los bandidos gritaron asustados:
-¡Fantasmas! ¡La casa está
embrujada!
Y todos huyeron aterrorizados
al bosque.
Entonces, los cuatro músicos
de Bremen se sentaron a la mesa y dieron buena cuenta de todos los alimentos.
Cuando terminaron de cenar, apagaron la luz y se acostaron.
Cuando los bandidos se
tranquilizaron, el capitán mandó a uno que fuera a la casa para espiar.
El bandido entró sin hacer
ruido; al fondo de la habitación brillaban los ojos del gato. El bandido pensó
que era fuego y acercó una cerilla para encender una vela.
Entonces, el gato se lanzó
sobre él y le arañó la cara; en su huida tropezó con el perro y éste le mordió
en una pierna; finalmente, el burro le atizó una coz tremenda.
Cuando escapaba aterrorizado
oyó cantar al gallo:
-¡Quiquiriqui!
El ladrón volvió junto a sus
compañeros y les dijo:
-En la casa hay una bruja
horrible. Nada más entrar me arañó la cara. Luego, me agarró la pierna con unas
tenazas y un mostruo negro y peludo me golpeó con una porra. Cuando escapaba,
un fantasma gritó: «¡Traédmelo aquí!»
A partir de aquel día, los
bandidos no se atrevieron a volver a la casa y los cuatro músicos de Bremen se
quedaron en ella para siempre.
FIN
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